miércoles, 9 de noviembre de 2011

#9. Stockholm Syndrome




[Shiki x Akira ---> Togainu no Chi]




Síndrome de Estocolmo

m. med. y psicol Sustantivo
reacción psíquica en la cual la víctima de un secuestro, o persona retenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de afecto con quien la ha secuestrado.


Él te lo dijo desde un principio.

"Esa puerta estará siempre abierta, estará en tu mano el querer escapar o no."


Pero lo segundo que dijo lo oirías de su boca una y otra vez hasta la saciedad.

"Pero recuerda que tú eres solo mío, eres de mi propiedad. Nadie más puede tocarte, solo yo. ¿Entiendes?"


Y te pareció lo más extraño y egoísta que habías escuchado en tus veintipocos años de vida.

Ese hombre de ojos carmesí y pelo negro como el cielo de aquella noche -ese que no sabía ni tu nombre ni qué demonios hacías en Igra- dijo esas palabras con total naturalidad. En ese momento estabas atónito, ¿pero qué estaba diciendo ese? ¿Es que se creía el rey de aquel infernal lugar? ¿Y qué derecho tenía a tratarte así?


Luego comprendiste que, efectivamente, él era el rey. Fue después de ese extraño encuentro, justo cuando tenías todas esas placas recogidas, justo cuando Keisuke y tú estabais a un paso de salir de Igra, justo cuando abriste los enormes portones encadenados de aquella enigmática sala de Vischio. Justo cuando le viste allí, con ese semblante orgulloso y calmado que siempre portaba, esa superioridad y autoridad que prácticamente emitía cuando sostenía su poderosa katana.


Aunque claro, hasta ese momento tú no sabías que la clave para tu escapada de Toshima era Shiki. Shiki era Il Re, el rey de Igra. No le fue difícil derrotarte, aunque por alguna razón que en su momento no comprendiste, no te mató. Sin embargo, sí que hirió de gravedad a Rin y ante tu impotencia y debilidad le arrebató la vida de una estocada al que fue siempre tu único y mejor amigo, Keisuke.

Se suponía que ambos saldríais vivos de Igra, juntos volveríais a casa. Keisuke había hecho lo imposible por ti, incluso había consumido la peligrosa droga Line para ser más fuerte. Desde siempre supiste que él sentía algo por ti, pero a los dos os daba miedo que vuestra amistad cambiase. Le ignoraste muchas veces, le trataste mal otras tantas.

Pero eso ya no importa, porque Keisuke está muerto. Por mucho que llores sobre su cadáver, solo verás los ríos de sangre mezclados con la agónica lluvia que lo arrastraba todo, incluidos tus recuerdos y remordimientos, aunque de eso último no te diste cuenta hasta mucho más tarde.


Salir de Igra en ese momento hubiese tenido tanto sentido como el que tuvo entrar; nulo, cero.

Shiki te había quitado lo poco que poseías: la libertad y el cariño de tu compañero. Querías aniquilarle, mutilarle, hacerle agonizar, sufrir, querías incluso atarle y matarle de la forma más lenta y dolorosa posible. Pero todo eso se quedaba allí mismo, en un rincón de tu mente. Porque llámalo estupidez, llámalo pérdida de la poca cordura que te quedaba, pero Shiki despertaba tu interés.


Y tú despertabas el suyo, eso os quedó claro desde un principio.


Era un lazo invisible, bizarro, imposible.

Era un lazo de dos criaturas que han visto la locura con sus propios ojos, dos criaturas que han visto demasiadas cosas horribles, dos criaturas que en las noches -siempre- frías se abrazan con sus cuerpos llenos de cicatrices. Como dos perros apaleados.


Solo tú podías ver compasión en los ojos de Shiki, esos ojos gélidos como témpanos de hielo guardaban millones de cosas que contar, millones de emociones incomprendidas. Tú querías escarbar para ver cómo era Shiki en realidad, pero él no te dejaba. Él solo hacía las cosas más complicadas.

Tú te rehusabas a hacer las cosas a su manera. Era sádico, egoísta, terco, y tú no lo tragabas. Nunca te pidió permiso a la hora del sexo, siempre, siempre tenía que ser cómo y cuándo él quisiese. Y él no tenía cuidado alguno, mordía, rasgaba, arañaba y siempre jugaba con el piercing que un día había decidido perforar en tu ombligo.


Él era tu captor, tú el prisionero absoluto.


Y tan repentinamente como te dejó claro a quién le pertenecías, un día empezó a ser más suave, empezó a tener cuidado y empezó a tratarte como algo más que un simple juguete. No le pusiste pegas. Tampoco es que empezase a tratarte como a un igual, seguía siendo violento y persistente. Pero llegados a ese punto te besaba más a menudo, te trataba las heridas que él mismo te provocaba.


¿Qué sentido tenía todo eso? ¿Qué clase de relación manteníais? Aun tenéis tiempo para averiguar eso.


El síndrome de Estocolmo...


La vuestra es una peculiar historia de un captor secretamente enamorado de su víctima, y de una víctima secretamente enamorada de su captor.



Me ha dado fuerte por esta pareja. ¡Son tan difíciles de escribir! D:

Este oneshot me ha salido malísimo, pero no doy para más ahora mismo. Son casi las dos de la mañana y la garganta me está matando. Debería haberme ido ya a dormir hace una hora, pero tenía que escribir esto. En fin, a ver si otro día me viene la inspiración antes...