martes, 30 de agosto de 2011

Things about hatred and camellias


[Jinguji Ren x Hijirikawa Masato ---> Uta no Prince-sama]


Le odias. Odias su maldita sonrisa, su mirada, su voz, sus ojos. Sus ojos, esos que ven a través de ti con tanta facilidad. Sus manos; tan perfectas. Su pelo; dorado, brillante, impoluto.

Pero lo que más odias es que no puedes odiarle, que tampoco puedes dejar de pensar en él. Odias haber compartido la mitad de tu infancia con él, que te conozca tan bien, que sepa qué palabras escoger para hacerte rabiar.


Y esa mañana de mayo, te parece odiarle más de lo normal. Quizás sea su actitud, quizás ese cúmulo de ruidosas chicas que no paran de seguirle gritando tonterías. O quizás sea esa fresca y perfecta flor que sostiene él mientras decide a cuál de esas chicas debería dársela.

Y de repente, tú quieres esa flor. No por la flor en sí, sino por el significado que tiene detrás.


Pero eso es imposible, tú lo sabes. Él te odia, tú le odias. Pero no sabéis el significado de ese odio. ¿Es que acaso queréis mataros entre vosotros? No, ¿verdad?

¿Entonces qué es?

Ni te paras a pensarlo. Pero cuando te giras para dejar el lugar, la flor está frente a tus ojos. Y puedes sentir los ojos de Ren sobre ti, saboreando cada segundo de tu confusión. Las chicas han desaparecido. Estáis solos.


-Si tanto la querías solo tenías que pedírmela, Hijirikawa.


Eso te dice. Te sonríe burlón, como siempre que te sonríe a ti. Porque adora hacerte enfadar, inconscientemente haciendo que le odies aun más. En ese momento solo quieres recordarle lo estúpido que es, pero no te salen las palabras. Solo un sonido imperceptible y ahogado, tragas saliva. Juras que puedes oír algo en su interior riendo a carcajadas, pero él no quita la mirada de ti. Su sonrisa no se borra, y en ese momento solo deseas, solo, que deje de burlarse de ti.


Cierras los ojos.


Esa flor es como un puñal para ti. Te recuerda a él, a cuánto le odias y a cuánto te gustaría olvidarle. Pero la hoja de ese puñal rasga también la parte de ti que le observa de lejos, que recuerda los buenos momentos de cuando erais niños, que desea que todo vuelva a ser como antes. Esa que se pregunta qué le hizo cambiar, qué os hizo cambiar, y que si de verdad todo ese odio es necesario.


Abres los ojos.


Y la flor no se ha movido de su sitio. Sientes algo romperse muy muy adentro, tu pecho arde y por unos segundos piensas que te ahogas.

Pero respiras profundamente intentando que no se note.

Una suave carcajada por su parte atrae tu mirada. Vuestros ojos se encuentran y todo se acaba. Ahora sí que quieres correr, salir de allí y acabar con la parte de ti que le anhela.


Pero lo sabes bien, su mirada puede ver a través de ti. Sabe que estás teniendo una guerra de emociones en tu interior. Y de repente ves una chispa de compasión en sus ojos, su mirada vuelve a ser como la de aquel día. Aquel día en una fiesta de etiqueta en la que os conocisteis de niños. Aquel día en el que tomó tu mano sin saber tu nombre y te sacó fuera del lugar. Aquel día en el que jugasteis hasta el agotamiento en la orilla del lago del jardín, riendo, disfrutando, viviendo.


Y entonces recuerdas la conversación que tuvisteis mientras aun tomados de la mano descansabais sobre el césped. Recuerdas que él se sorprendió ante la belleza de unas flores rosadas que brillaban a la luz de la luna. Le explicaste que esas flores eran camelias, que las conocías porque tu madre era aficionada al lenguaje de las flores, o Hanakotoba, y que las camelias rosas significan anhelo.


Le sorprendió que supieras algo así y desde entonces de vez en cuando te preguntaba cosas sobre flores, a lo que respondías con entusiasmo.



Él se da cuenta de que te has dado cuenta de algo. Por dios, ¿tan fácil eres de leer?

Qué idiota eres por no darte cuenta antes.

Esa maldita flor es una camelia rosa.

No puedes hacer otra cosa que mirarle incrédulo. Y por fin te mueves y tomas la camelia con cuidado, pero vuelves a mirarle.


Anhelo”


¿Y si todo volviera a ser como antes?


Y todo el dolor que atacaba tu pecho desaparece de golpe cuando sus dedos retiran tu flequillo y sus labios besan tu frente, mientras el pulgar de su mano libre roza el lunar bajo tu ojo derecho.


-Apuesto a que estás furioso, Hijirikawa. -susurra entre risas. Es igual de insoportable que siempre, pero no sería el Jinguji Ren que conoces si no.- Pero lo de la camelia va en serio, recuerdo su significado perfectamente, por si tienes alguna duda.


-Oh, ¿podrías callarte por una vez? Trato de reflexionar por qué demonios no te he golpeado aun.


Y vuelve a reír, pero al menos está callado. Suspiras profundamente y le abrazas por primera vez en años.


Y qué bien sienta

jueves, 11 de agosto de 2011

#5. The Thirteenth Full Moon (Parte 1)


[Weeeh, hace un siglo que no escribo por aquí D: lo siento, no se me ocurría nada y tengo como...tres drabbles sin acabar que intenté escribir para subirlos al blog. En fin, esta vez, y para variar, escribiré sobre una pareja que me gusta desde hace poco, pero que se me hace muy entrañable. Sirius Black x Remus Lupin de Harry Potter, señores~ Aclararé antes de empezar de que no uso los motes de los merodeadores como en la traducción al español, porque no me gustan para nada D: Así que por si acaso: Prongs- Cornamenta (James), Padfoot- Canuto (Sirius), Moony- Lunático (Remus) y Wormtail- Colagusano (Peter).]



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-Padfoot.

-Prongs.

-Haz los honores, amigo.

-No, no, hombre... la idea fue tuya. Evans te está haciendo débil, Prongs.

-Oh, venga... sabes que estás deseando agitar tu varita para ver el maravilloso, divino y brillante cabello de Malfoy convertido en una mata de sedoso pelo verde, verde, verde.

-Visto así... la idea original era transfigurar su pelo en un nido de pájaros, pero el pelo verde le irá bien. A juego con la corbata, sí, sí.

Ambos rieron pasando un brazo por los hombros del otro mientras miraban fijamente a Lucius Malfoy. Y con un pequeño movimiento de muñeca Sirius hizo que el pelo rubio del Slytherin se tornase de un verde intenso. Ambos Gryffindor miraban con serenidad y orgullo desde la lejanía al enloquecido Malfoy, el cual rápidamente les miró con una expresión de profundo desprecio. Malfoy había sufrido demasiadas de sus bromas como para no darse cuenta de quién había sido.

-Travesura realizada, Padfoot. -dijo James chocándole la mano a Sirius.

-Qué bien sienta desde por la mañana, nunca me cansaré de ver la mezcla de cabreo matutino y de horror infinito de Malfoy. Oooh, ahí llega Moony.

Remus les saludó entre risas, asegurándose de pasar cerca de la mesa de los Slytherin.
-Bonito pelo, Malfoy. ¿No te han dicho nunca que deberías considerar la posibilidad de teñírtelo? -se burló el licántropo.

-¡Cállate, mi padre se enterará de todo esto, ya veréis! -amenazó el Slytherin, como siempre solía hacer. Remus le ignoró sonriente, yendo junto a sus amigos.

Los tres se sentaron a la mesa de Gryffindor, donde encontraron a Peter ya desayunando desde hacía rato.
-¿Por qué has tardado tanto en bajar, Moony? -preguntó Sirius tomándose de un trago un vaso de zumo.

-Ayer me quedé leyendo hasta tarde...-bostezó Remus mientras miraba sin apetito a su bol de cereales.

-Moony, Moony, a veces me pregunto por qué no te metieron en Ravenclaw. -bromeó Sirius.

-Por la misma razón por la que a ti no te metieron en Slytherin con tu adorado hermanito, maniático purasangre. -le respondió bromeando de la misma manera.

-Hay una razón más, chicos...-dijo James poniendo dramatismo en su voz- ¡Somos los Merodeadores!

-Y ahí va otra vez la excusa universal. -dijo una voz femenina no muy lejos de donde estaban sentados.

-¡E-evans! -casi gritó James.

-¡Oh Romeo, tu Julieta a venido a salvarte de las garras de un desayuno previo a una interesantísima clase de Adivinación! -rió Sirius. Remus no tardó en acompañar sus risas.

En serio...¿adivinación a primera hora? Bueno, al menos aprovecharían para dormir un rato mientras fingían mirar la bola de adivinación atentamente. Los cinco, Lily incluida, salieron del comedor poco después directos a adivinación.

-¡Señor Lupin! ¿Qué ve en la bola? ¿Cuáles son los misterios que le aguardan, joven? -preguntó el profesor de adivinación, con su usual manera exagerada de hablar. James y Sirius se despertaron del sobresalto, pero consiguiron mantener la compostura; al fin y al cabo habían sido sorprendidos en estas clases demasiadas veces.
-Pues...profesor, no veo nada. -dijo el licántropo sin mirar con mucho interés a la bola.- Oh...puede que esté viendo algo, déjeme ver. Es...una mancha clara sobre un fondo oscuro. -el profesor miró detenidamente también, para luego asentir sonriente.

-Ciertamente, Lupin. ¡5 puntos para Gryffindor! Y como extra, diré qué significa... se trata de una mancha en un fondo oscuro, obviamente...¡La Luna! Con lo cual, la Luna le traerá buena suerte, Remus Lupin.

Remus se rió interiormente, pero no tardó en escuchar las risas contenidas de sus compañeros merodeadores. El destino se reía de él también. ¿Que la Luna le daría buena suerte? ¡La Luna era el mayor de sus problemas! ¡Remus era un licántropo, por dios!
-Mejor. Adivinación. De. Toda. La. Historia. -dijo Remus sarcásticamente según salían de la clase. El resto de merodeadores comenzaron a reír fuertemente hasta que llegaron al pasillo.
Nada remarcable ocurrió hasta que al fin acabaron las clases ese día. Los cuatro chicos fueron a la sala común de Gryffindor, como solían hacer.
-¿Planes para Navidad, chicos? Ya no quedan ni tres días para las vacaciones y como sabéis, no pienso pasar la Navidad con mi querida familia. ¿Alguien va a quedarse en Hogwarts? -comentó Sirius tirándose en el sofá de la sala común.

-Me temo que mis padres me reclaman, Pads. -dijo Peter, devorando en pocos segundos una magdalena que se había guardado del desayuno.

-Lo mismo digo, sabes que para mis padres sería el fin del mundo si no pasase la Navidad en casa. -resopló James. En realidad él quería quedarse con sus amigos en Hogwarts... ir a Hogsmeade, "tomar prestadas" algunas cajas de cerveza de mantequilla, ir a Honeydukes y quizás emborracharse en Año Nuevo. Todo eso sonaba genial, pero sus padres se pondrían histéricos

Sirius chasqueó la lengua; su plan de pasar las Navidades entre amigos estaba yendo a pique.
-Mmm... lo siento, libro, tendré que separarte de tu amado Moony unos segundos. -rió Sirius quitándole rápidamente el libro a Remus.

-¿Qué pasa? -dijo frunciendo el ceño a causa de la interrupción- Yo no puedo ir a casa, la Luna llena cae en plenas vacaciones y no quiero amargarles estos días a mis padres. Imagino que me quedaré aquí.

-De verdad, Moony... no sé cómo te las ingenias para leer y escucharnos a la vez además de enterarte de todo. -rió James tontamente-

-Prongs...subestimas al pequeño Moony, el cual amablemente pasará las Navidades con su amigo Padfoot para que éste no tenga que ir a casa para ver a su queridísima madre. -dijo Sirius sonriente.

-Y a cambio, el señor Padfoot tendrá que aguantar al señor Moony en ese día del mes. -respondió el licántropo, mirando a Sirius de reojo.- Oh, y me pagarás el chocolate, Pads.

Sirius le miró con la boca abierta y después se echó a reír. Lo cierto es que no pasaba mucho tiempo con Remus a solas, siempre estaban los cuatro juntos. Así que quizás estas vacaciones le darían la oportunidad de conocer a su amigo licántropo mejor.

-¡Entonces está decidido, Moony me arruinará hasta que no me quede ni un solo galeón y a cambio pasará las vacaciones conmigo!

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[Sí, va a tener segunda parte 8D La verdad es que no tenía pensado tener que dividir esto en capítulos, sabéis que siempre hago oneshots, pero al final me ha quedado demasiado largo. En el siguiente capítulo sí que habrá yaoi, lo prometo, lo prometo. (Puse ese título porque normalmente hay trece lunas llenas en un año <3)]